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Ésta entrada será un relato y reflexión que tuve el día de ayer:

Desperté refunfuñando de que se me había hecho tarde, me bañé rápidamente y ni así pude desayunar, llegué corriendo a mi clase… La materia fue interesante pero aún así como que no aprendí mucho… Yo pensaba en otras cosas: «Siento como si todo fuera diferente… Pero las mismas cosas están aquí… Las mismas personas de siempre». Terminó mi clase y me apuré a realizar mis tareas para la próxima semana… Y cuando iba saliendo de la escuela, me encontré con cartelitos que decía: «Marcha contra la imposición».

Algo dentro de mí se estremeció, había olvidado que ayer sería la marcha y que tenía deseos de ir… Me sentí muy mal por haberlo olvidado por el estress que me causa estar en el último semestre de la carrera…

Subimos al micro mi novio y yo, llegamos a casa de un amigo a la hora de la comida :/. Su mamá pidió que nos sentáramos a comer, en la caja idiota (tele) estaban pasando la imposición de ENP (pongo así sus iniciales para que cada quien le llame o lo identifique como quiera)

En ése momento su mamá hizo un comentario: «¿Acaso no deberían de estar ustedes por allá?».

Yo me sentí como cucaracha… como una traidora, una conformista, una cobarde incluso como una egoísta (por estarme sólo preocupando por mis materias y no por la horrible situación en el país).

Lo único que pude hacer ante tal comentario fue: Bajar la cabeza, la vergüenza me mató.

Al terminar de comer, nos fuimos al cubil felino (es decir, la habitación de mi amigo) mi amigo, mi novio y yo comenzamos a platicar de otras cosas y después de un rato llegamos nuevamente al tema de EPN…

Mi amigo: «Me dan ganas de irme a la marcha… ¿Y si nos vamos? Aún no es tarde.»
Mi novio: – «Pues órale, vámonos».
Yo: «¿De verdad si van a ir?»
Mi amigo: «Pues si, tengo ganas de entrarle a los golpes»
Mi novio: «Pues vamos»
Yo: «Entonces yo también iré, necesitarán de mí»

Empezamos a hablar más y más y a la mera hora… no pudimos ir porque ya era muy noche… Este sentimiento que tuve a la hora de la comida revoloteaba por mi cabeza… No me dejaba en paz…

Llegó la hora de que mi novio y yo nos fuéramos a casa… Tuve algo de miedo al salir a la calle porque se sentía el ambiente extraño… como que un frío… un silencio extraño… algunos gritos a lo lejos… Me ponía más tensa por cada paso que daba hacia la parada…

Al llegar a casa… Me sentí aún más extraña de lo normal… Un coraje me invadió, frustración… Y me comencé a preguntar: «¿Por qué fregados me siento así?, ¿Qué es lo que me impide el poder estar en las marchas?»

Después de unos momentos llegué a la conclusión: No tengo miedo a ir a las marchas, de alzar la voz y gritar acerca de la imposición… No tengo miedo a que el Estado quiera lastimarme, golpearme, encarcelarme…

Tengo miedo a dejar a mi madre desprotegida… a dejarla sin algún sustento económico, ya que no hay alguien más que vea por ella…

En ése momento mi corazón empezó a latir con mucho más fuerza… Un calor recorrió mi cuerpo y se concentro en mis mejillas… Mis ojos se llenaron de lágrimas y comencé a llorar… Tenía y tengo tantos deseos de ir pero la idea de dejar sola a mi madre me aterra, me da pánico… me estressa.

Pensé muchas cosas… desde cómo le haría para seguir apoyando a mi madre hasta… que país tan horrible le dejaremos a las siguientes generaciones…

Me preguntaba: «¿Cómo podré realizar mis metas y objetivos? Si el país en el que vivo está política, económica y socialmente mal… ¿Qué más opciones hay?… ¿Bastará con la desobediencia civil? ¿El pueblo mexicano tendrá que alzarse en armas para que su voz sea escuchada y sobre todo respetada? ¿Qué va a pasar? ¿Podré cuidar a mis seres queridos?»

Llegué a algunas conclusiones, no pude responder a todas las preguntas que me hice… Me recosté un rato en la cama seguí pensando, y pensando y pensando, llorando y llorando hasta me quedé dormida con dolor de cabeza y lágrimas en los ojos…

Hoy escribo esto esperando que alguno de mis lectores del blog lo encuentre y si desea lo difunda, yo haré lo mismo…